(del blog "una calada de humor" )
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El feminismo no es un cuento.
Todo comenzó un
domingo de abril, sin saber cómo, cogí la escoba, y fui agrupando las migas que
habían caído al suelo de la cocina; al recoger el pequeño montón, escuché una
exclamación de apoyo y aprobación de mi mujer.
A este primer hito se fueron uniendo otros, bajar la basura, preparar el
desayuno, fregar, quitar la mesa, atender el tiempo de cocción de la olla a
presión, etc.,…Las palabras de ánimo hicieron mella en mi autoestima y fui
arrimándome a la “Vitro”, primero para ver y más tarde para hacer mis primeros
pinitos como cocinero; todo un “Arguiñano”, me decía para mí mismo.
Con la práctica fui adquiriendo destreza, “feminista” me
decían mis amigos, y hoy estas habilidades son mi mejor patrimonio frente al
estado en que me encuentro después de que mi mujer se haya ido con mi mejor
amigo. No quiero ni pensar qué sería de mí si no hubiese comenzado ese domingo
de abril a coger la escoba. Planteé retrasar la separación, para soltarme en lo
de la plancha, pero las cosas son como son.
Hoy, echando la vista atrás, puedo decir: ¡Con el feminismo todo son
ventajas!